Sabía que estaban en alguna parte, que no se habían perdido. Por fin Daniel encontró entre algunos papeles esa lista que una vez comenzamos y quedó interrumpida porque, como tantas veces pasa, la vorágine arrasa y no nos deja ese ratito (si tampoco es que una pida tanto) para ir dejando registradas esas expresiones irrepetibles con las que nuestros hijos poco a poco van construyendo su lenguaje.
Conocíamos sus habilidades comunicacionales desde la primera ecografía, en la que salió abriendo y cerrando la mano como si estuviera saludando, pero cuando comenzó a adquirir el lenguaje la cosa se puso divertida.
Estas son algunas de sus frases cuando tenía unos dos años y medio aproximadamente:
- Vamos a la sarmafia.
- Tenemos que subir por la escalera metrónica.
- S: mamá, me duele la garganta.
yo: ¿dónde está tu garganta?
- S: aquí, en el cuellito.
Después de ver por centésima vez "Peter Pan": Es que el cocodrilo persigaba a Garfio.
- En el ascensor, enfadado y a los gritos :"Me cago en too"!!!
- Al recibir un regalo pide que se lo desenvuelva y lo hace con la mayor educación: mamá, ¿me lo pelas por favor?
- yo: alguien ha hecho caca, lo huelo.
- S: Yo no soy abuelo, soy Santiago.
Y la más reciente nos la comentó su profesora cuando, a propósito del cuidado de la naturaleza y habiendo comentado en clase los perjuicios de la tala indiscriminada de bosques, escribió:
"En los bosques hay árboles taladrados".